Anansi se sitúa de lleno en un universo rural, espacio que el cine nacional ha abarcado más desde lo social que desde el terror (con contadas excepciones, por supuesto).
Una familia tipo convive en una casa en medio del Impenetrable chaqueño y su relación se percibe un poco tensa. La tensión aumenta y disminuye de a ratos, pero nunca explota durante el día...sino que la acción toma un vuelco cuando cae la noche y la pequeña vivienda es invadida.
Anansi es un nombre que hace referencia a un personaje de la mitología africana, en la mayoría de las versiones un embaucador que toma forma de araña. Me gustó en particular que no sentí en ningún momento que se hiciera una transposición literal del mito, sino que las arañas, los engaños y el concepto de sobrevivir son elementos que se juegan en un plano más simbólico. Las arañas aparecen como elementos prohibidos, que hay que evitar, sin ahondar mucho al respecto y tejiendo un halo de misterio alrededor. El engaño está más anclado en el pasado de los personajes, un pasado que se insinúa más que nada, y el sobrevivir se apodera de la cinta cuando tiene este vuelco que mencionaba antes. Al caer la noche todo deriva en un home invasion, este subgénero del terror caracterizado por el asalto al hogar, establecido como "lugar seguro" y la fuga de los integrantes de la familia, perdiendo a veces algunos miembros en el camino y sembrando una cantidad de trampas para vencer al invasor que, como buen villano, sobrevive a la mayoría y da pelea hasta el final.
De una hora de duración y programada en la sección Panorama argentino del festival, la película dirigida por Gabriel Nestor Ghiggeri hace un muy buen uso de los movimientos de cámara, sobre todo al comienzo, y sabe mantener un nivel de fotografía muy destacable. Combina en buenas dosis home invasion, suspenso y extraños rituales, siendo su mayor fortaleza la decisión de ocultar mucha información y no sobreexplicar nada.
La pueden ver en la plataforma de flixxo el viernes 4 y el sábado 5 de diciembre.
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