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Foto del escritorAyi Turzi

Los pibes de la sombrilla



Otra serie que incluí entre las recomendadas del mes en Netflix (junto a Muñeca Rusa) y estoy contenta de no haberme equivocado.

Un día de 1989 nacen 43 bebés al mismo tiempo. La particularidad es que al comienzo del día sus madres no estaban embarazadas. El millonario e inventor Reginald Hargreeves (Colm Fiore), suponiendo que tienen algún tipo de habilidad especial, ya que su nacimiento en sí es un suceso que escapa a la lógica, decide adoptarlos y accede a siete de ellos. Nomenclados con números del uno al siete además de sus nombres de civil, los pequeños son entrenados por su padre y el simio Pogo, con el fin de entender y controlar sus superpoderes. Todos, menos Número Siete, o Vanya (de adulta una impecable Ellen Page), quien queda afuera de todo por ser una simple niña ordinaria. La línea de tiempo principal se sitúa en un presente donde los hermanos se reúnen ante la muerte de su padre. De ahí tenemos flashbacks, flashforwards y viajes en el tiempo de cara a un apocalipsis incipiente que hay que evitar.

La trama siempre sabe hacia dónde va, aunque al mostrar un universo complejo (y además con diferentes temporalidades) por momentos se hace engorrosa o difícil de seguir. Y si a esto le sumamos que no va al palo, sino que se toma su tiempo para todos, puede generar abandono en los primeros episodios. La pregunta ¿en qué capítulo agarra ritmo? no ha lugar: es lenta y punto. Si quieren tener un parámetro de comparación con series de superhéroes en general, se parece mucho más a Legión que a las series de superhéroes de la CW.



Si bien el personaje que vaticina el apocalipsis y hace que los hermanos comiencen a operar como equipo otra vez tratando de detenerlo es Número Cinco, todos tienen un desarrollo más o menos parejo, atravesando cierto arco narrativo, que en algunos casos se acopla mejor a la narración central que otros. Pero es justamente en este trabajo de contar una historia coral donde The Umbrella Academy termina mostrando algunas fisuras. Si bien todos los personajes están en un punto rotos, con sus vidas casi arruinadas por los traumas que generó su padre adoptivo en pos de explotar sus cualidades, algunos son mucho más interesantes que otros. Y el problema de esto es que los que tienen menos potencial terminan siendo repetitivos en lo que podemos llamar “sus momentos”, y uno se queda con ganas de inmiscuirse un poco más en otro universo personal en vez de seguir viendo algo que ya se agotó un poco.



A nivel visual logra su propio mundo, heterogéneo pero coherente. Y lo mejor de todo es que cuando tiene que mostrar sangre, no tiene ningún problema en hacerlo.

Ah, sí, algo flojo: un poco el misterio principal se puede adivinar, o al menos oler, desde el principio. No es una serie maratoneable, en particular me cansaba un poco verla. Pero no deja de ser recomendable. Véale.


Personaje favorito: Número Cinco. Un hombre adulto que vive en el cuerpo de un niño, interpretado con maestría por Aidan Gallagher.

Personaje insufrible: Reginald Hargreeves. El patriarca aparece poco, pero es suficiente para odiarlo con todas tus fuerzas.

Momento memorable: Cuando suena "Don´t stop me now"  durante la pelea entre Cinco versus Hazel y Cha-Cha, dos sicarios viajeros del tiempo. Yo era fan de Queen desde antes de Bohemian Rhapsody, eh.

Momento WTF: Otro momento musical, en este caso cuando llegan a la casa y cada uno baila desde su habitación, al ritmo de “I think we’re alone now", el disco de Luthor.

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