El cine de terror dejó de dar miedo (salvo contadísimas excepciones) hace mucho ya. Pero, en compensación, o quizás en pos de un nuevo género emergente aún sin denominación, surgen películas que, aún sin asustarte, resultan interesantes. En nuestros pagos la historia ya la vimos en Alexia, el último y excelente cortometraje de Andrés Borghi. En esta oportunidad nos llega un largometraje sobre la misma base: una persona que se suicidó, Laura Barns, (Heather Sossaman, de 10.0 Earthquake) establece contacto con los vivos; primero a través de las redes sociales, para luego impactar directamente en la vida real de sus víctimas.
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