Victor (Diego Cremonesi) es un delincuente casi retirado, que sobrevive dando golpes de poca monta. Su descanso es interrumpido por sus colegas Juan (Daniel Pacheco) y Manuel (Demián Salomón): tiene que levantar el culo del sillón y ayudarlos a rastrear a otro malandrín que se hizo el vivo, escapando con parte de un botín que no le correspondía. Desde este evento inicial, puesto de manifiesto en una escena donde además se presentan de modo natural las principales características de cada uno de los socios, todo lo que pueda salir mal, saldrá mal. Y todo lo que pueda empeorar lo hará por encima de lo previsible. La primera película vía INCAA dirigida por Mariano Cattáneo estrenó anoche en cine.ar, está disponible en cine.ar play y es una cita obligada para los que gusten del cine que combina acción, tramas policiales y humor.
Las actuaciones, y la construcción que subyace a cada uno de sus personajes, son lo primero a destacar. La tríada protagonista tiene una química increíble y se encuentran acompañados por una galería de personajes secundarios (la increíble Mónica Villa como una vecina tan chusma como empoderada, o Gerardo Romano en un rol de un comisario pillo, de esos que nos recuerdan a Rodolfo Ranni), construyendo un universo que esta aceitado en cada pequeña mirada, en cada línea de diálogo. Fundamental para que esto se mantenga es el ritmo del montaje, que desde que arranca no para nunca, y el uso del humor, más que nada humor negro. La peli puede emparentarse a ciertas producciones que indagan en mundos de pequeños delitos y avivadas basándose en la comedia y sin temor a caer en exageraciones: No sabes con quien estas hablando (2020, Demian Rugna) y Diablo (2011, Nicanor Loreti, quien en esta oportunidad coguiona con Cattáneo) se sienten como primas cercanas de Una tumba para tres. Y es que el evitar la romantización de los universos pseudo marginales que proponen y establecer un relato a través de una perspectiva tragicómica se está convirtiendo, de a poco, en una especie de costumbrismo 2.0 que, por ahora y en los títulos que se me vienen a la mente, no falla.
Otro punto a favor, que se siente como un soplo de aire fresco, es el coqueteo con ciertos elementos fantásticos (que no voy a spoilear, obvio, lean tranquilos). Es sabida la resistencia del espectador nacional a las propuestas del cine nacional fantástico, que a pesar de tener producciones de buen nivel sigue siendo algo de nicho. Nunca había pensado en esto, pero creo que introducir de a poco ciertos elementos en películas de corte meramente realista en un punto podría provocar más flexibilidad en el espectador: si mostrar que hay un universo donde lo sobrenatural puede ser argentino no siempre tiene los resultados esperados ¿por qué no probar poniendo una pizquita en propuestas más terrenales? Me autorespondo, por ahora, hipotetizando que si la integración está tan bien lograda como en Una tumba para tres, le vamos a terminar ganando la pulseada al espectador reacio al cine de género nacional. Por cansancio 😃
Último comentario, y a título personal, una de las cosas que más me gustó es que algunos de los papeles menores fueron interpretados por actores que llevan años poniendole el pecho a proyectos independientes. Junto a Chucho Fernández o Pablo Pinto, a quienes estamos más acostumbrados a ver en cine, encontramos personajes encarnados por Gastón Frías, Sergio Berón o Leandro Cóccaro. Insisto que en un aspecto emocional y subjetivo, no deja de parecerme una especie de victoria, un espacio que se va ganando de a poco.
En fin, creo que la concusión se dejó entrever desde el comienzo de la reseña: recomiendo que aprovechen a verla. Encuentra el punto justo entre el cine nacional que un espectador que no lo consume habitualmente puede llegar a ver y ese otro cine, hecho a pulmón los fines de semana en el patio de tu casa que sigue siendo de nicho (pero algún día dominará el mundo, espero).
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